lunes, 16 de septiembre de 2013

Otro Diario, otro Diablo

DIABLO, un personaje esencial de nuestro panteón animista, títere con vida propia, revela para nuestro blog su diario. Es un verdadero honor que nos hace al regalarnos con sus reflexiones inframundanas. Esperamos sea del gusto de usted, amigo lector.


DÍA 6 DEL MES 6 DEL AÑO 666 de la era que consideren más oportuna.

Diablos hay muchos, yo soy uno de ellos. Diarios hay muchos, este es otro más. El día siempre es el mismo aquí en el Infierno, pero lo que parece una maldición termina siendo muchas veces un simple aspaviento. No quiero profundizar así que ahora mismo empiezo.

Acabo de leer una versión abreviada de El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde. Esa es una historia, tan bien construida, tan bien narrada. El recurso del notario al que se le revela todo el asunto es contundente, es una distancia excepcional de los personajes principales – porque son dos, somos dos, como la máscara de Jano. Dos en uno, como rezan los avisos promocionales. La forma en la que vence Hyde es increíble; de hecho, por encima de los posibles argumentos estrictamente científicos, el sustento psicológico es brillante, no hay salida, no hay otra opción de considerar lo contrario, de entrar en conflicto con la afirmación de una doble vida.



Pero Jekyll no es justamente lo bueno, lo equilibrado, lo apolíneo. Occidente es Jekyll, es el altruismo culposo, raras veces honesto, es la contención de la maldad sacudida por la necesidad de hacer el bien. Aunque hay que anotar algo más: Jekyll no alardea, Occidente sí.



A pesar de condenar las acciones de Hyde, nos atraen. El libro exhibe la ilustración de un Hyde desenfrenado, acariciando las piernas de una prostituta, ebrio, feliz, plácido en su inmoralidad. De todas las ilustraciones, esa es justamente la que causa mayor atracción. Helo ahí: el lado oscuro liberado, sereno, inconmovible, cierto, verdadero, lógico, irreprochable de cualquier ser humano.